FERROCARRILES


Las primeras vías ferroviarias que se extendieron en nuestro barrio fueron las del Ferrocarril Oeste, luego Domingo Faustino Sarmiento, inauguradas el 29 de agosto de 1857 por la "Sociedad Caminos de Hierro de Buenos Aires al Oeste". El acto oficial se realizó al día siguiente.
A las de esta línea sucedieron, el 14 de abril de 1871, las colocadas con la mayor urgencia para el convoy funerario que corría en horas de la noche con los vagones colmados de ataúdes, portadores de las víctimas de la fiebre amarilla. El ramal arrancaba de la esquina de Centro América (actual Pueyrredón) y Corrientes, y por ésta se iba al encuentro del primitivo cementerio de la Chacarita, habilitado en los terrenos que delimitaban las calles que hoy conocemos con los nombres de Corrientes, Guzmán, Dorrego y Jorge Newbery.
Este lugar, ya urbanizado en 1896, conformaría la plaza Rancagua, denominación ésta que fue sustituida por la de Parque Los Andes.
Con motivo del incremento espantoso alcanzado por la llamada "fiebre amarilla", en que la ciudad se vio aterrorizada ante los incesantes guadañazos de la muerte, los dos cementerios, exceptuando el de disidentes, el de la Recoleta y el del Sur (situado en la avenida Caseros frente a la actual Cárcel de Encausados), resultaron pequeños para tanta mortandad, pues, entre los meses de enero y junio de 1871, se produjo el fallecimiento de 13614 personas. De ahí, la rápida habilitación de aquél y el correr, todas las noches, del "tren de la muerte". Tres depósitos de cadáveres, llamados "estaciones fúnebres", se levantaron en estos puntos: Corrientes y Bermejo (actual Jean Jaurés), esquina sudoeste; Corrientes y Medrano, en igual esquina, y Corrientes y Cánning (entonces llamada Camino Ministro Inglés), ángulo sudeste, donde se encontraba la quinta de Alsina.
El punto en que conocimos la "Estación Lacroze" (Corrientes y Medrano), por los días de 1871 no contaba con estación alguna de tranvías; pero cuando aquella "estación fúnebre" ocupó ese lugar, quedó de hecho establecida la inaugurada dos décadas más tarde para el servicio tranviario, y debido entonces a los zanjones y pantanos de la calle Corrientes y sus muchas otras transversales, continuó llenando las necesidades de transporte funeraria, disponiendo de coches destinados a los deudos y personas de acompañamiento. Este servicio se efectuaba diariamente, mediante dos viajes en horas de la mañana y dos en las de la tarde. Hasta más allá de 1890, el traslado a la Chacarita de muchas de las personas fallecidas en Almagro, se realizaba en esa forma. Fue esta una empresa necesaria, y aunque de penosa recordación, no puede dejar de figurar en el historial del barrio, así como tampoco la relacionada con el transporte de los residuos domiciliarios, a cargo del ferrocarril o "Tren de las Basuras", como se lo llamaba. Este convoy, al que escoltaba la suciedad y la miseria, salía del vaciadero general de basuras que ocupaba la manzana irregular que limitan las calles Rivadavia, Victoria, Esparza y Loria, y por ésta se iba con su vagones repletos, al encuentro de la Quema, que estaba situada en el mismo punto en que la conocemos. Vale decir en Amancio Alcorta y Zavaleta. La llamada calle Oruro, recuerda con su línea en diagonal, el paso de aquel ferrocarril, pues esa era la ruta que seguía la esquina de Loria y Europa, para dirigirse y entrar por la de Deán Funes una vez dejado atrás el "puente colorado" (por el color de la pintura) tendido entonces sobre la avenida Garay.
Los accidentes ocurridos por el paso del "Tren de las basuras" no fueron pocos, y he aquí la noticia que de uno de ellos nos da una crónica del 12 de julio de 1895, fecha ésta que nos confirma que todavía lo veían los vecinos de Almagro por los días cercanos al 1900. "La empresa del ferrocarril del Oeste fue multada con 500 pesos por resultar responsable de un accidente ocurrido en el paso a nivel de la calle Belgrano (ramal del Once al Riachuelo)". Si, porque el "Tren de las basuras" se desprendía de la línea del ferrocarril Oeste, a la altura de la calle Bustamante, para así entrar en la de Loria, que es su prolongación al sur.

Fuente: El Barrio de Almagro (1968)
Autor: Ricardo M. Llanes