Rituales de la muerte, en Barracas

Organizado por el Ministerio de Cultura porteño, el 2 de noviembre realizamos un paseo por el "Templo escondido" de Santa Felicitas, donde hubo una muestra sobre rituales de la muerte en Argentina. Allí se exponían imágenes y especies de oratorios con velas y ofrendas, dedicados a distintas creencias, La Difunta Correa, El Gauchito Gil, La Muerte en el Riachuelo, El Fantasma de Felicitas y también indumentaria que en otra época se utilizaba durante el período de duelo o luto.

También recorrimos los túneles que hay debajo de la iglesia, donde aún se conservan elementos utilizados en el comedor que, hace varias décadas, recibía a los trabajadores de las fábricas de la zona para ofrecerles un almuerzo por pocas monedas.

En el subsuelo se podía observar mesas, bancos, cubiertos, utensilios de cocina que fueran utilizados en el mencionado comedor. Además, hay una muestra de elementos que pertenecieron a los inmigrantes llegados a Buenos Aires a principios del siglo XX, por ejemplo gran cantidad de valijas de todos los tamaños y materiales, sombrereras, planchas a carbón, cardadoras de lana que usaban los colchoneros, fotografías antiguas, en fin, de todo un poco para ilustrar cómo se vivía en aquella época.

Una muestra muy interesante que vale la pena conocer.

Felicitas Guerrero estuvo casada con un comerciante muy adinerado llamado Martín de Alzaga, contrajeron matrimonio en 1862, cuando ella tenía 16 años y él 51. En 1871 su esposo falleció y poco tiempo antes había ocurrido lo propio con su único hijo. Felicitas viuda, joven, heredera de una gran fortuna y como si fuera poco, según cuentan los historiadores, la mujer más hermosa de Buenos Aires, era muy codiciada por los galanes de la época.

Tal es así que uno de sus pretendientes, Enrique Ocampo, al enterarse que ella había decidido formar pareja con un caballero de la familia Sáenz Valiente, se presentó en la quinta de Montes de Oca y Pinzón para pedirle explicaciones a Felicitas y tras una fuerte discusión le efectuó dos disparos que, luego de agonizar durante toda la noche, le provocaron la muerte al día siguiente, 30 de enero de 1872.

Los padres de Felicitas decidieron utilizar la fortuna heredada para construir un templo en memoria de su hija asesinada. Se trata de la iglesia Santa Felicitas, que ocupa la manzana de enfrente de la plaza Colombia, donde antiguamente estaba la quinta que ella habitó con su esposo Martín de Alzaga.

www.info-almagro.com.ar (09/11/06)