Reabrió el Bar Británico

En el primer día de su segundo ciclo estuvimos en el histórico bar del barrio de San Telmo, hablamos con el señor Sousa, su nuevo dueño, y con el artista plástico Marino Santa María, habitué del lugar.

Tras el acto inaugural realizado la noche del miércoles 7 de febrero, al día siguiente visitamos el tradicional bar, sito en la esquina de Brasil y Defensa, eran las seis de la tarde, no había una silla libre y gente de pie esperando que se desocupara alguna mesa, cosa poco probable porque los que consiguieron un lugarcito querían quedarse a vivir allí, como diciendo... tanto esperé este momento que ahora no me quiero ir.

El público que ocupaba sus mesas era heterogéneo, había señores mayores con aspecto de vecinos, turistas que llegaban con la guía de Buenos Aires o el diario en sus manos y se paraban en la puerta mirando como para asegurarse que ese era el lugar que buscaban, parejas jóvenes, curiosos, en fin una clientela bastante surtida.

La barra cubierta por los tradicionales arreglos florales y plantas que se acostumbran enviar cuando se inaugura algún local, las paredes con cuadros que recuerdan otros tiempos y en un rincón un cartel (esténcil) enmarcado que dice: "Los ojos del Británico no se cierran".

Con varios mozos yendo y viniendo a un ritmo vertiginoso, muchas personas detrás del mostrador trabajando a full para cumplir con los pedidos de los clientes, entre ellos el señor Agustín Sousa, un empleado más.

Tuve la fortuna de encontrarme con Marino Santa María, quien gentilmente me cedió un lugar en su mesa, compartimos un café y entre otras cosas me dijo: "Viste el esténcil que está en el rincón?, ese lo hice yo y le regalé uno a cada uno de los que estaban en el bar cuando se decía que lo iban a cerrar, el que está colgado allí, el actual dueño lo encontró tirado en el sótano, lo enmarcó y lo puso en ese lugar. Hoy cuando vine lo vi y le dije que era una obra mía y me dijo que no lo sabía".

Marino fue uno de los tantos vecinos y habitués que realizaron la campaña para juntar firmas y se hacían presentes para pedir que no cerraran este lugar de encuentro de los parroquianos de San Telmo.

Luego de mucho esperar, el señor Agustín Sousa a pesar de que estaba ocupadísimo, accedió gentilmente a que le realizaramos una nota.

- ¿Es una sociedad la que se hizo cargo del negocio o un emprendimiento familiar?

Es un emprendimiento familiar, en el sentido de que van a estar mi esposa, mis hijos y una serie de personas, que, bueno... ahora me estoy dando cuenta que me quedé corto, pero bueno... vamos a seguir agregando gente, pero en principio es una empresa familiar.

- ¿Cómo se le ocurrió invertir aquí, por qué el Británico, qué lo llevó a esto?

Justamente uno de los motivos es porque era el Británico y porque estaba el peligro de que se perdiera y si podíamos hacer algo para que siga estando (el Británico) y a la vez poder remodelarlo, adaptarlo a la época ¿por qué no hacerlo?, es un desafío.

- ¿Qué fue lo que se cambió, o se mantuvo la estructura original?

En la estructura lo que se cambió es justamente lo que no se ve, es una cosa lógica que en un local de tantos años algunas cosas estén deterioradas, la parte de cañerías, de sanitarios, de cloacas, de instalación eléctrica, estaban los cables originales aquellos encintados, hubo que hacer instalaciones de gas, los baños nuevos, toda la parte de cocina nueva, pero bueno, esa es la parte que no se ve.

- ¿El mobiliario sigue siendo el original?

Las mesas y las sillas son originales y también los ventiladores, los espejos, en fin todo lo que se pudo recuperar original se restauró y se puso y lo que no se pudo recuperar se hizo dentro del estilo que tenía.

- Ayer, día de la reapertura, ¿qué repercusión tuvo?, ¿Vino mucha gente?, ¿Gente del barrio, turistas? ¿Se sintió acompañado?

Sí, ayer vino mucha gente, nunca imaginé que iba a venir tanta y acompañado me sentí siempre, desde hace siete meses cuando empecé. Acompañado por la gente, por los vecinos, los comerciantes de la zona, fui realmente muy bien recibido, yo les estoy muy agradecido por la forma en que me han recibido.

- ¿Usted es vecino del barrio?

No, yo soy de Palermo.

- ¿El escritor Sábato se sentaba en una de estas mesas para escribir sus libros?

Si, pero no en esta, sino en aquella que está debajo de la letra B que da al Parque Lezama.

Nos despedimos del señor Sousa, considerando que era muy requerido por sus tareas en el local, donde el personal no daba abasto para atender al público que se hizo presente.

- Muchas gracias por su gentileza y ojalá puedan seguir trabajando como hoy que están a full.

Gracias a ustedes y pueden venir cuando quieran, las puertas están abiertas.

Así me retiré del lugar, con la alegría de ver que se pudo recuperar, como diría Clemente, "un cacho de cultura" de nuestra querida Buenos Aires.

www.info-almagro.com.ar (10/02/07)