A 34 años de la partida de "Pichuco"El 18 de mayo de 1975 Buenos Aires perdía a un gran músico, bandoneonista, director y compositor. El gordo Troilo nos dejaba para ir a reunirse con Homero Manzi, Carlos Gardel y Julio De Caro.El 11 de julio de 1914, en la Ciudad de Buenos Aires, nació Aníbal Carmelo Troilo, hijo de Felisa Bagnolo y Aníbal Carmelo Troilo, precisamente su padre fue quien le puso el apodo "Pichuco" que lo acompañaría el resto de su vida. El bandoneón lo atrapó cuando lo escuchó sonar en cafés de su barrio. Tenía 10 años cuando convenció a la madre de que le comprara uno. Lo obtuvieron a 140 pesos de entonces, a pagar en 14 cuotas, pero luego de la cuarta el comerciante murió y nunca nadie les reclamó el resto. Con ese instrumento tocó casi toda su vida. Su primera presentación con público fue a los 11 años, en un escenario de la zona del Abasto El mismo Troilo contaba: "Antes de ponerme el fuelle en las rodillas me ponía la almohada de la cama. Hasta que un día fuimos a un pic nic en lo que había sido el viejo Hipódromo Nacional. Habían llevado a dos bandonenistas y tres guitarras, y cuando se fueron a comer yo subí unos escalones, agarré un bandoneón y me lo puse en las rodillas. Esa fue la primera vez. Yo tendría nueve años." Cuando hablaba de nuestra ciudad, Pichuco decía: "De Buenos Aires tendría que decir muchas cosas... Que es mi vida, que es el tango, que es Gardel, que es la noche... Que es la mujer, el amigo... Tendría que decir muchas cosas y muchas no sabría cómo decirlas... Pero anote esto: agradezco haber nacido en Buenos Aires." Alguna vez en un reportaje le preguntaron ¿por qué cuando apoyaba el bandoneón sobre sus rodillas y comenzaba a tocar cerraba los ojos? y Troilo respondió "Honestamente no sabría explicarlo. Posiblemente sea porque me meto adentro de mí mismo. Yo creo que todos los artistas tienen que entregarse cuando hacen algo." En el año treinta, un adolescente acercó su bandoneón y sus 16 años al sexteto que dirigían Osvaldo Pugliese y Elvino Vardaro. Los años convertirían a los tres, Pugliese, Troilo y Vardaro, en protagonistas de los mejores momentos de la historia del tango. Como ejecutante del bandoneón no fue un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso como Carlos Marcucci, ni un creador múltiple como Pedro Laurenz, ni un fraseador como Ciriaco Ortiz. Pero de todos tuvo algo y fue, fundamentalmente, él mismo, personalidad y sentimiento en la expresión. Fue autor de piezas memorables, junto a Homero Manzi en 1942, Barrio de tango; en 1948, Sur; en 1949, Che bandoneón. Junto a Cátulo Castillo, Desencuentro, La última curda y María, entre otros y junto a Enrique Cadícamo el impresionante Garúa, con la inolvidable interpretación del Polaco Goyeneche. Esto es solo parte de su amplio repertorio. Podríamos escribir mil páginas sobre ese grande que se llamó Anibal Troilo, pero en esta oportunidad solo queremos rendirle un merecido homenaje a quien, junto a Gardel, Pugliese y otras figuras, transitó por nuestro querido barrio de Almagro, donde tenemos una calle que lleva su nombre.
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