A 74 años de su muerte aún viveSe cumplieron 74 años del día en que Carlos Gardel perdió su vida en el trágico accidente de Medellín, sin embargo aún sigue vivo en cada rincón de Buenos Aires, por supuesto en Almagro no faltan anécdotas del zorzal criollo.Nacido el 11 de diciembre de 1890, en Touluse (Francia), hijo de Berthe Gardés y padre desconocido, llegó a Buenos Aires acompañado por su madre cuando tenía dos años y medio. De adolescente frecuentaba los cafetines y milongas, donde cantaba por unas monedas, hasta que empezó a hacerse conocido por su magnífica voz y su simpatía. Uno de esos lugares fue el O`Rondeman, bar regenteado por los hermanos Traverso, ubicado en la esquina de Agüero y Humahuaca, frente al Mercado de Abasto, de allí saltó a la fama, y precisamente en ese lugar fue donde se lo bautizó "El morocho del Abasto". Comenzaron sus actuaciones en radio, giras, grabaciones de discos y su popularidad iba creciendo, hasta que en 1928 viajó a Francia y logró un gran éxito. Filmó varias películas, fue cantor y compositor de muchos de sus hits. Pero antes de que esto ocurriera, "Carlitos" dejó sus huellas en el barrio de Almagro. Estudió en el colegio Pío IX de la calle Hipólito Yirigoyen y Yapeyú, donde fue compañero de Ceferino Namuncurá, vale recordar que por entonces el colegio se llamaba Escuela de Artes y Oficios y las calles citadas eran Victoria y Artes y oficios, respectivamente. También cantó en el coro de la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos Borromeo. Según cuenta Ricardo Llanes en su libro El barrio de Almagro: Una noche del año 1912, en el café que existía en Rivadavia 3824 (uno de los primeros en Almagro donde se tocaba el bandoneón), entró un mozo cantor acompañado por quien le llevaba la guitarra, enfundada en paño negro con iniciales bordadas. Ni bien tomaron asiento, un cochero de plaza apodado el "rengo Congo" (le faltaba una pierna), dirigiéndose al cantor desde su mesa, le dijo imperativamente: -"¡Cantá!..." El otro no le hizo caso al notarlo ebrio; y la voz de aquel hombre de mala bebida se repitió más fuerte, al tiempo que hacía ademán de apoyarse en su muleta para levantarse. El dueño del café, que lo conocía pendenciero, tratando de evitar el seguro incidente, le encareció que cantara, pedido al que se sumaron algunos de los allí presentes, entonces el mozo, tras corto preludio de bordonas, se echó a cantar un vals sentimental, muy popular por aquellos días. He aquí la primera estrofa: "Mi madre era muy pobre, sí, pero amorosa; / vivía muy dichosa en su pobre hogar. / Me aconsejaba siempre, porque era muy virtuosa, / para mi era la diosa que estaba en el altar". Y aquí la última estrofa del poema, cuyo autor no conocemos: "La hermana de mi madre / fue una santa señora / que al ser mi defensora / con mi padre luchó, / Cuando murió mi tía / llorando la he sentido; / y cada día que vivo / le rezo una oración" Al terminar el cantor, después de varias estrofas, se dio cuenta de que no había estado mal, pues el "rengo Congo", cubierto de lágrimas, recorrió las mesas sombrero en mano, y le juntó unos pesos. El cantor de esa noche, que por entonces no imaginaba la altura que alcanzaría en el alma de la emoción popular, era Carlos Gardel. Con el transcurso del tiempo se convirtió en un símbolo de Buenos Aires, se lo conoce como "el morocho del Abasto", "el zorzal" y también surgieron frases como "cada día canta mejor", "quien tuviera la pinta de Carlitos", "andá a cantarle a Gardel" (para quitar mérito o desacreditar) o "sos Gardel" (cuando se desea halagar a alguien). Falleció en un accidente aéreo en Medellín (Colombia) el 24 de junio de 1935. Sus restos descansan en el Cementerio de la Chacarita. Desde este medio queremos rendirle nuestro homenaje a quien, luego de transcurridos 74 años de su fallecimiento, aún está presente en cada rincón de nuestra ciudad, con su sonrisa eterna y su voz inigualable.
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