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Cortes de luz, sin solución

Cuesta creer que en un país territorialmente fértil, próspero y rico, tengamos que estar atravesando experiencias tan amargas.

Cómo es posible que quienes nos gobiernan permanezcan indiferentes ante las devastadoras consecuencias de su inoperancia y corrupción?; cómo pueden permitirse el lujo de culpar a los usuarios por los cortes de luz, cuando en realidad son la consecuencia directa de la falta de contralor?. Falta de tacto o desvergüenza?.

Hace días tenemos temperaturas tan altas como previsibles para estas fechas. Sin embargo, parecen no ser tan previsibles para algunos. Y esta falta de previsibilidad por parte de los responsables del debido control de la eficacia del suministro, deja como consecuencia a cientos de personas (no necesariamente ancianos o discapacitados motrices) secuestrados en sus propios departamentos, deshidratados, privados del mínimo aseo personal y doméstico, impedidos de concurrir al médico, a hacer sus propias compras, o sencillamente hacer lo que les dé la gana con su vida.

Pero ésta no es la única consecuencia que deja esta connivente actitud por parte del Estado: tenemos miles de ciudadanos perjudicados económicamente, que han debido tirar los alimentos comprados con sacrificio a causa de la inflación y -lo que es más grave- sus medicamentos.

¿Quién va a resarcir tantas pérdidas de quienes son ignorados y negados por parte de los responsables?

Este tamaño acto de irresponsabilidad puede costar vidas, pero parece no importar demasiado. Es necesario e IMPRESCINDIBLE que el Estado asuma la responsabilidad que le fue conferida a través del voto de la mayoría, ese mismo que ha ostentado infinidad de veces para atribuirse el derecho a hacer lo que le da la gana.

Es necesario e IMPRESCINDIBLE que tome las riendas del país (o lo que queda de él), y que tome las medidas necesarias para evitar los múltiples padecimientos de la sociedad que está bajo su tutela. Pero para eso es preciso que deje de lado la soberbia que le impide reconocer los errores cometidos y le otorgue a los problemas la importancia que merecen. Si esto no ocurre, su solución jamás tendrá prioridad de agenda ante banalidades tales como El Fútbol Para Todos, entre otros.

Hay que saber meterse en los problemas de la gente, pero para ello es necesario meterlos en la propia piel, y al parecer no todos están dispuestos a pasar de los populares discursos a los actos concretos en pos del bien común de los que dicen representar tan noblemente.

Dr. Lucas Jaszewski
www.info-almagro.com.ar (2494) - Publicado el (03/01/14)