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La fiesta inolvidable
El cielo de La Boca se llenó de color y Tango. Una multitud se acercó hasta la Vuelta de Rocha para presenciar un espectáculo maravilloso, donde hasta el Riachuelo se convirtió en una hermosa fuente de aguas danzantes multicolor.
Ya desde temprano las calles de La Boca se vieron invadidas por gran cantidad de público que transitaba por ellas para llegar a la Vuelta de Rocha, donde tres horas más tarde tendría oportunidad de presenciar un espectáculo único.
Llegamos pasadas las 18 horas y ya había gran cantidad de gente ocupando los lugares privilegiados para presenciar el prometedor show. Muchos vecinos llevaron sus sillas plegadizas, algunos también una pequeña mesita y allí organizaron el picnic para amenizar la larga espera con algunos sandwichitos, mate y facturas.
El comienzo del espectáculo estaba programado para las 20 horas, pero cuando llegó el momento, el locutor informó que por problemas técnicos comenzaría a las 21. Esto provocó el enojo del público que se encontraba de pie y apretujado desde hacía bastante tiempo y la mayoría sospechó que en realidad se había postergado para arrancar con el programa de televisión. Silbatina mediante, no quedaba otra opción que armarse de paciencia y resistencia para soportar una hora más.
Por fin, a las 21 comenzó el evento, con un reportaje al artista chino Cai Guo Qiang (que bien pudieron haberlo hecho durante la espera), lo que provocó el fastidio de los presentes, hasta que llegó la calma con los primeros disparos que llenaron de color el cielo boquense.
El espectáculo se centró en cuatro etapas del Tango:
Comienzos
Grandes orquestas (época de oro)
Epoca oscura (cuando prácticamente no se escuchaba)
Piazzolla, Moderno (con versiones de tango electrónico)
Hubo momentos inolvidables, como cuando por los parlantes sonaba “Taquito militar” de Mariano Mores y el cielo se llenaba de color y de figuras que se desplazaban al ritmo de la música, algo fantástico.
Otro momento sublime fue cuando la música de Astor Piazzolla con el hermoso “Adiós Nonino” acompañó los fuegos artificiales que dejaron boquiabiertos a todos los presentes, que acompañaron los últimos acordes con un aplauso prolongado.
El locutor informaba que había más de cien mil personas presenciando el espectáculo, e invitaban a la gente a bailar, todos nos mirábamos y decíamos ¿dónde?, si estábamos uno pegado al otro, no cabía un alfiler y el calor se hacía insoportable.
No faltaron valses, ni clásicos como “La cumparsita”, “Felicia”, y otros tantos, inclusive una versión electrónica de la agrupación Tanghetto, acompañados por los fuegos artificiales.
Fue sorprendente ver cómo el Riachuelo en varios momentos se convirtió en una magnífica fuente de aguas danzantes, con juegos de luces que por momentos hacía que los chorros se vieran blancos, rojos o verdes, algo que los porteños más optimistas jamás hubiéramos soñado.
Otra cosa digna de ser destacada es la habilidad del conductor de la lancha que se acercaba a la plataforma para apagar los focos de fuego con una acelerada del motor de la nave, lo que generaba un gran splash.
Con el final de la fiesta la gente se retiró lentamente buscando algún transporte, que fue difícil de conseguir en la zona, hubo que caminar bastante, nosotros tuvimos que ir hasta Constitución para poder tomar un taxi, y otros algún colectivo. Antes, imposible.
Para finalizar, un merecido reconocimiento para este fantástico artista, Cai Guo Qiang, es chino, tiene 57 años y actualmente vive y trabaja en la ciudad de Nueva York. Es la primera vez que viene a nuestro país, invitado por Fundación Proa, donde también está presentando una exposición. Son muy recordadas sus presentaciones en París y en la apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Fue la primera vez que se presentó un espectáculo de esas características en América del Sur.
Una sola palabra para definir lo que vimos: ¡MARAVILLOSO!
www.info-almagro.com.ar (3906) - Publicado el (28/01/15)
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