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Cantor obligado

Una noche del año 1912, en el café que existía en Rivadavia 3824 (uno de los primeros en Almagro donde se tocaba el bandoneón), entró un mozo cantor acompañado por quien le llevaba la guitarra, enfundada en paño negro con iniciales bordadas.

En cuanto tomaron asiento, un cochero de plaza apodado el "Rengo Congo" (le faltaba una pierna), dirigiéndose al cantor desde su mesa, le dijo imperativamente:
-"¡Cantá!..."

El otro no le hizo caso al notarlo ebrio; y la voz de aquel hombre de mala bebida se repitió más fuerte, al tiempo que hacía ademán de apoyarse en su muleta para levantarse.

Entonces el dueño del café, que lo conocía pendenciero, tratando de evitar el seguro incidente, le encareció que cantara, pedido al que se sumaron algunos de los allí presentes.

El jóven, tras corto preludio de bordonas, se echó a cantar un vals sentimental, muy popular por aquellos días. He aquí la primera estrofa: "Mi madre era muy pobre, sí, pero amorosa; / vivía muy dichosa en su pobre hogar. / Me aconsejaba siempre, porque era muy virtuosa, / para mi era la diosa que estaba en el altar".

Y he aquí la última del poema, cuyo autor no conocemos: "La hermana de mi madre / fue una santa señora / que al ser mi defensora / con mi padre luchó, / Cuando murió mi tía / llorando la he sentido; / y cada día que vivo / le rezo una oración".

Al terminar el cantor, después de varias estrofas, se dio cuenta de que no había estado mal, pues el "rengo Congo", cubierto de lágrimas, recorrió las mesas sombrero en mano, y le juntó unos pesos.

El cantor de esa noche, era un desconocido que por entonces no imaginaba la altura que alcanzaría en el alma de la emoción popular, llamado Carlos Gardel.

www.info-almagro.com.ar (1700) - Publicado el (05/06/15)
Fuente: El barrio de Almagro - Autor: Ricardo M. Llanes