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Almagro, de la laguna al lavarropas automático

Vivimos en una época de grandes avances tecnológicos, de lavarropas automáticos que lavan, enjuagan y centrifugan la ropa. Otra opción es llevar la ropa al Laverap. Pero en otros tiempos las vecinas del barrio debían lavar la ropa en las lagunas de la zona y luego ponerlas a secar al sol.

"En 1893 - escribe el historiador Francisco L. Romay en su libro "Las Milicias del Fuego"- en Salguero y Medrano se encontraba una de las garitas de las Obras Sanitarias, donde existían surtidores de agua destinada a los casos de incendio".

No obstante, todavía en 1900 no contaba Almagro con el servicio de las aguas corrientes en muchas de sus calles; y de ahí que las mujeres ocupadas en los quehaceres domésticos, a domicilio, y las otras de los inquilinatos, se proveyeran del agua que repartía el aguatero con su tradicional pipón y su campana.

Sobre la carencia de agua en los barrios de la capital, interesa el conocimiento, como que es terminante, de la noticia que se diera a publicidad el 22 de enero de 1882: "La Comisión de Aguas Corrientes ha comunicado a la Municipalidad que es imposible facilitar agua en la presente estación a los establecimientos de su dependencia. La situación se hace insostenible y es urgentísimo proceder a construir los pozos surgentes que se han contratado. En los Mataderos (entonces ubicados en el actual perímetro del parque de Los Patricios), hace 6 días que no se lavan los pisos por falta de agua".

Esto ocurría en 1882, en días en que comenzaba a incrementarse la población de Almagro, la que recién en 1907 contaría con un lavadero público municipal, en Rivadavia entre Maza y Boedo; pero por los días de 1887 no pocas mujeres lavaban sus ropas en algunas lagunas de la vecindad. En Almagro existían cuatro: la de Independencia y Boulevard La Plata; la de Independencia y Boedo; la de Bulnes a Salguero, Corrientes y Humahuaca. Respecto de ésta, decía una crónica del 20 de octubre de 1887: "Las lavanderas del costado norte han levantado sus reales, lavando en los charcos que allí existen. El agua que se estanca, mezclada con jabón y mil desperdicios, llega a impedir el tránsito por esas calles; tal el olor nauseabundo que despiden".

La otra era la famosa laguna de Yatay, que tomaba el terreno comprendido entre las vías del ferrocarril y Piedad, cubriendo la de Querandíes. Esta se mantuvo en parte hasta los primeros años del siglo XX, en que desapareció bajo las carradas de tierra que se volcó en ella, proveniente de los trabajos que se realizaban para el paso del ferrocarril a bajo nivel.

Sin duda las cosas han cambiado mucho, para bien de las amas de casa de estos días.