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El Hipódromo Argentino de Palermo

Situado en Avenida del Libertador 4101, fue fundado el 7 de mayo de 1876. El día de la inauguración fue de gran relevancia e impacto social, e incontables personas se quedaron afuera sin lograr entrar a ver las carreras inaugurales. Los tranvías y trenes no alcanzaron para transportar a todos los interesados en concurrir pese a los refuerzos de 50 vagones extra que el ferrocarril puso a disposición. Aún así, 10 mil personas lograron ver ganar a "Resbaloso" en la primera carrera de la historia del Hipódromo.

En 1883, comenzó a ser administrado por el Jockey Club, que era presidido por su fundador y futuro presidente de la Nación Carlos Pellegrini. En 1885, se realizó por primera vez la carrera del Gran Premio Nacional (Derby Argentino), con la presencia del por entonces presidente del país, Julio Argentino Roca. El vencedor de este gran evento fue el caballo Souvenir, montado por un jinete uruguayo que tenía tan sólo 11 años de edad.

En la construcción original del hipódromo, había una tribuna para 1600 personas y 40 palcos para familias. En 1908, bajo la administración de Pellegrini en el Jockey Club, se realizaron reformas a cargo del arquitecto francés Louis Faure Dujarric: se le impregnó del estilo neoclásico que aún hoy mantiene y se amplió la capacidad de las tribunas a 2000 personas.

El Hipódromo Argentino de Palermo recibió su nombre actual recién en 1953. A lo largo de su historia, desfilaron por sus arenas los representantes más importantes de la actividad turfística.

Uno de los más asiduos visitantes del Hipódromo de Palermo fue el mítico Carlos Gardel, que era propietario del caballo “Lunático”, montado por el célebre jockey uruguayo Irineo Leguisamo. Justamente, es a Lúnatico a quien Gardel le dedicó el tango “Leguisamo solo”.

Numerosos tango de los años 1930, 1940 y 1950 dan cuenta del fervor popular que existía por el deporte hípico en aquellos años.

Lo cierto es que la pasión de los "burreros" muchas veces terminó con un sabor amargo, ya que por más que decían tener "la fija" y saber cuál sería el caballo ganador, no siempre fue así y perdieron todo en sus apuestas, quedando, como se suele decir: "en Pampa y la vía", una expresión popular utilizada cuando los apostadores que perdían todo, hasta la última moneda para volver a sus casas, gozaban de un servicio de cortesía que les brindaba el propio hipódromo, que consistía en llevarlos en un tranvía especial hasta el cruce de La Pampa y las vías del tren, para que desde allí, que era un lugar más poblado, tuviesen más chances de regresar a sus casas.


www.info-almagro.com.ar (2591) - Publicado el: Lunes 07/05/18