Restauración de los vitrales de la Confitería Las Violetas
Hace pocos días, un equipo de restauradores comenzó a trabajar en la confitería "Las Violetas", situada en el barrio de Almagro y la más bonita de la ciudad, donde están restaurando sus hermosos vitrales.
Creados en los años 40, forman parte importante de la decoración de la confitería, que integra el listado de cafés notables de Buenos Aires y según detectaron los especialistas en el tema, algunos de esos vitrales estaban a punto de caerse, requiriendo una intervención urgente para evitarlo y seguir conservándolos, dado su valor patrimonial e histórico.
Las tareas están siendo realizadas por un equipo de restauradores que también están poniendo a punto los vitrales de la Confitería del Molino (actualmente en restauración). Al frente de los trabajos está Paula Farina Ruiz, una vitralista formada en La Plata y especializada en restauración en Francia. El grupo se completa con Natalia Piermaria, Victoria Tripodi, Victoria Campos, Natalia Dugour y Clara Buenanueva. Estarán allí al menos hasta fin de mes.
Mientras realizan los trabajos, también se informan sobre el origen de estos vitrales, que según se decía, eran franceses. Sin embargo, las especialistas dicen que fueron creados en los talleres de Antonio Estruch, un pintor catalán, que tenía su taller en el barrio de San Telmo y trabajó con materiales de fabricación nacional.
Acerca de los vitrales, que datan de principios de los años 40, la vitralista, Farina Ruiz agregó: “En ese momento, Estruch estaba ocupado con los paños del Santuario de la Medalla Milagrosa, en Parque Chacabuco y por eso, los de Las Violetas fueron hechos por un colaborador suyo en su taller”.
El vitral más afectado era el que representa a una fuente, porque da a edificios linderos y se mueve mucho por las corrientes de aire. “El plomo que ligaba el diseño estaba roto y había piezas fracturadas, o unidas entre ellas con cinta de embalar”, reconoce la especialista. Al ver eso, la terapia intensiva se puso en marcha: se desmontaron los cuatro paños más dañados y se llevaron al taller. En su lugar fue colocado un vinilo con el mismo diseño. Los clientes no notan la diferencia. Con más tiempo el equipo terminará de relevar el estado de todos los vitrales y así diseñarán el proyecto de restauración completa.
Además de los tres vitrales principales, hay tres aleros: uno en cada puerta y otro en la ochava. También hay cinco en una guarda detrás de la barra, otros pequeños distribuidos entre los más grandes, y uno en el baño que se diferencia de todos los demás “en estilo y período y que es el único que tiene firma”.
En el proceso de renovar el alquiler del local, juega fuerte la tradición de Las Violetas: para poder hacer un nuevo contrato, había que relevar el estado de los vitrales. Ahí es cuando entraron las restauradoras en escena, para seguir dando vida a vidrieras de colores únicas, como las considera Farina Ruiz.
Es importante recordar que la Confitería Las Violetas fue fundada el 21 de septiembre de 1884, en la esquina de Av. Rivadavia y Medrano. A la inauguración asistió el Ministro Carlos Pellegrini, quien años después sería presidente de la Nación.
En 1920 se construyó el edificio actual, con sus vidrieras y puertas de vidrios curvos, sus vitrales y sus pisos de mármol italiano. Los vitrales restaurados fueron concebidos para adornar y alegrar el ambiente grato de un café de aquellos tiempos, donde la gente iba a pasar momentos de esparcimiento en un ámbito selecto.
El 30 de junio de 1998 la confitería cerró sus puertas, porque atravesaba una mala situación económica, habían perdido clientela y debieron despedir a 40 empleados, que lógicamente no se resignaron fácilmente y protestaron e incluso tomaron el local. Fueron muchos los vecinos que los apoyaron, que llegaron a reunir 13.000 firmas para evitar su desaparición.
El edificio fue declarado “Lugar histórico de la Ciudad” en 1998 por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, para evitar que la demolieran y hasta ver cuál sería su destino.
Más de dos años de perseverante insistencia dio su fruto y a principios de 2001 el Gobierno de la Ciudad declaró al edificio Monumento Histórico. Al mismo tiempo, se anunció que un grupo de empresarios gastronómicos había alquilado el local y emprendería trabajos de remodelación con vistas a una pronta reapertura.
Finalmente, la tradicional confitería de Rivadavia y Medrano abrió sus puertas el 19 de julio de 2001 y desde entonces los vecinos de Almagro pueden disfrutar de este hermoso lugar y de las delicias que allí preparan.
www.info-almagro.com.ar (4569) - Publicado el: Martes 13/08/19
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