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La noche de la caridad

Todos los lunes, a las ocho de la noche, voluntarios de la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, en Bartolomé Mitre 2411, donde todos los 19 de cada mes se celebra a San Expedito, salen a recorrer las calles y les dan un plato de comida caliente a las personas en situación de calle.

Un grupo de personas, voluntariamente, se juntan en el patio de la Iglesia para cocinar en grandes ollas lo que luego repartirán en distintas zonas de la ciudad a quienes están en situación de calle.

Noche de la caridad en Balvanera

La noche de la caridad, según una de las voluntarias más antiguas, “debe haber empezado como hace unos quince años”. En palabras de sus mismos protagonistas consiste en “llevarle buena comida a gente que no tiene casa, que no tiene nada, y duermen ahí en la plaza”.

Según la Real Academia Española hay ocho acepciones del término caridad. Tres de ellas sirven para definir la acción solidaria de estos voluntarios. La primera es “actitud solidaria con el sufrimiento ajeno”; la segunda “limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados”; la tercera, de índole cristiana: “virtud teologal que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo”.

Actualmente hay unos diez o doce voluntarios, porque el aislamiento impuesto durante la pandemia hizo que disminuyera la cantidad de personas que iban a prestar sus servicios solidarios.

Ruth, una de las voluntarias explicó que las tareas empiezan a eso de las cuatro de la tarde cuando llegan los colaboradores de la cocina. Como cada uno sabe el procedimiento “empiezan a lavar verduras, a lavar y cortar el pollo, a disponer un poquito la cocina, los alimentos que se van a necesitar”. También encienden las hornallas y ese horno que es como el de las pizzerías. Dos voluntarios revuelven el arroz con pollo para que no se pegue. Afuera, en una mesa colocada contra la pared exterior de la cocina, otros cuatro voluntarios pelan zanahorias y papas. Cortan las verduras en cuadraditos que otro va colocando dentro de bolsitas de plástico.

La mercadería para la cena caritativa llega mediante donaciones. Ruth cuenta que “el menú es relativamente fijo porque son los recursos que tenemos asignados para esta actividad”. Si hay garbanzos los incorporan al guiso. Pero como lo describe ella misma: “a veces no nos podemos adaptar a las recetas tradicionales si no que nos tenemos que ajustar a los recursos que tenemos”. Como dice con orgullo una de las voluntarias: “los pedazos de pollo son enormes”. Para Hermosinda todo esto es posible gracias a una intercesión sobrenatural: “San Expedito trae mucho”, afirma con seguridad.

Cuando la comida está lista, se sirve en tres recipientes térmicos donde se conserva caliente. Cada recipiente, cuyo contenido equivale a unas sesenta raciones, se coloca en un changuito de supermercado junto a un bidón con jugo, un gran termo con una bebida sabor a café (que es una mezcla de mate cocido, leche y caramelo), cuatro mangas con vasos, tazas, bandejas y cubiertos descartables; además de contar con dos bolsas: una con pan y otra con facturas.

Cerca de las ocho llegan los voluntarios encargados de salir a buscar a la gente en situación de calle. Con este otro grupo llega una monja acompañada de unas hermanas en formación pertenecientes a la congregación Hermanas de Don Orione. Como dice uno de los voluntarios de este segundo contingente: “nosotros venimos, agarramos las cosas y nos vamos, con todo listo”.

Antes de partir, el padre Tomás reúne a todo el equipo en el patio y, formando un círculo, rezan un Padrenuestro y un Avemaría. Luego los voluntarios se dividen en tres grupos, cada uno con su changuito.

A cada grupo se le asigna un recorrido distinto. El grupo del que participa el párroco va por Bartolomé Mitre y pega la vuelta a Plaza Miserere. El segundo grupo, del que forman parte las hermanas de Don Orione, va hacia Plaza Congreso por avenida Rivadavia. El último grupo busca gente hasta llegar a Facultad de Medicina.

Para Ruth participar de la noche de la caridad “es, por sobre todas las cosas, como un deber moral con nuestros hermanos, con la gente que nos necesita”. Detrás de este imperativo hay, como ella misma explica: “un profundo agradecimiento, una gratitud enorme a la comunidad, con Dios, con el santo”. Sus palabras, revelan, en el fondo, un amor, no sólo por el otro sino por lo mejor y más luminoso del que ha caído.

Participar de la noche de la caridad tiene además un objetivo social. Así lo ve Ruth cuando afirma: “por nuestra actividad nosotros visibilizamos más a la gente que está en situación de vulnerabilidad”.

Quienes deseen participar y sumarse como voluntarios o donar ropa de abrigo o alimentos, pueden acercarse a la Iglesia. Todo es necesario y bien recibido.

Nuestra Señora de Balvanera, en Bartolomé Mitre 2411.


www.info-almagro.com.ar (4786) - Publicado el: Viernes 13/05/22