Escudo del barrio de Almagro



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Los primeros calditos se
elaboraron en una quinta de Almagro

En tiempos de la colonia, viajar a Europa implicaba casi tres meses de navegación y era necesario llevar comida no perecedera para la travesía, por eso, por Real Orden del 4 de junio de 1790, se autorizó al Conde Luis de Liniers a establecer una fábrica de pastillas de carne y de aguardiente de granos y almidones en el Río de la Plata.

Dichas pastillas, que es de suponer serían lo que hoy conocemos como cubitos de caldo, ya ern conocidas en Europa, se elaboraban con carne cocina, que luego se enfriaba en moldes de hojalata y para consumirlas se disolvían en agua, se les agregaban legumbres y arroz.

primeros_calditosPoco tiempo después de esa autorización, llegó a Buenos Aires don Santiago de Liniers, hermano de Luis y el lugar elegido para establecer la fábrica de las mencionadas pastillas era una quinta en el barrio de Retiro, pero el Cabildo no lo autorizó, por considerar que era peligroso para la salud emplear carne de toro en la elaboración de las pastillas y podía haber riesgo de contaminación del río, si se arrojaban inmundicias de los animales. Esa situación los obligó a buscar otro lugar y fue así que se instalaron en el actual barrio de Almagro, en una manzana delimitada por las actuales calles Virrey Liniers, Venezuela, Boedo y Belgrano.

La locación era muy agradable, rodeada de árboles frutales y una confortable vivienda con techos de tejas, revoques de cal, habitaciones, patios y corredores, además de piezas anexas que servían de almacén y un gallinero y un palomar. Allí comenzó el emprendimiento de la elaboración de las pastillas.

Sin embargo, aunque parecía que el negocio iba muy bien, en 1782, a pesar del apoyo brindado por el Rey, la fábrica tuvo varios quebrantos y hacia 1798, Liniers reintegró la quinta a Isidro Lorea. Los hermanos Liniers nunca fueron propietarios de ninguna de las dos quintas, sino que las arrendaron para explotar el negocio, que por otra parte fue un total fracaso económico.

Tiempo después, Lorea la vendió a un armero llamado Manuel Rivera. La quinta estuvo vinculada a las luchas entabladas durante las invasiones inglesas e incluso existen afirmaciones acerca del virrey Sobremonte, quien antes de retirarse a Monte Castro, hizo una parada en ese lugar.

Posteriormente, la quinta fue loteada y dividida por el pasaje que hacia 1904 tomará el nombre de Lucero, en homenaje al Coronel José Cecilio Lucero, que combatió con San Martín en las batallas libertadoras.

Durante muchos años el predio permaneció abandonado y los vecinos reclamaban una plaza, pero finalmente en 1998 se convirtió en un complejo edilicio con un parque privado y cerrado.

Ese fue el destino de esta manzana de Almagro, en la que comenzaron a comercializarse las pastillas que fueron precursoras de los actuales calditos de distintas marcas.


www.info-almagro.com.ar (2825) - Publicado el viernes 21 de abril
Fuente:Buenos Aires Historia