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Un artista plástico almagrense le regaló una pintura de Cristo al PapaRicardo Celma es un artista plástico que vive en el barrio de Almagro y pintó un Cristo resucitado de estilo barroco, hiperrealista, que regaló al Papa Francisco. Cuando cuenta sobre su encuentro con el Papa, hace algunos días, lo hace con profunda emoción y dice que fue hermoso, que cuando Francisco vio la pintura puso cara de asombro, de sorpresa. Hijo de familia numerosa —siete hermanos, mamá, papá, ambos empleados públicos, y la abuela, juntos en casa—. Si bien no eran pobres, llevaban una vida muy austera, en su vivienda en PH, en la calle Lezica, en Almagro y cuando tenía 6 años, se mudaron a Salcedo y Boedo. Ama a su barrio, donde continúa viviendo con su esposa y sus dos hijos. Celma cuenta que Berni fue, en cierta forma, quien lo inspiró y llevó a querer ser pintor, ya que ese destacado pintor tenía también su taller en Almagro, en Lezica y Río de Janeiro, donde algunas veces ponía los cuadros hacia la calle para que pudieran verse y el padre lo llevaba a Ricardo para poder apreciar la obra de Antonio Berni y saludaban al artista, a quien admira. “Desde muy chiquito decía que iba a ser pintor. Claro, si había un pintor en la cuadra que era importante, esa reverencia que le hacía mi padre cuando lo veía, se me debe haber quedado en algún lugar de mi conciencia la idea que ser pintor era algo importante, era algo prestigioso, era algo digno de ser visto. Estoy seguro de que influyó muchísimo, por más que no tuve mucho contacto con él, lo saludamos algunas veces. Una vez nos regaló a un hermano mío y a mí un pedacito de arcilla. Me dio un pincel una vez, cuando inauguraron una galería que estaba sobre Medrano, si no me equivoco. No fue un contacto muy activo, pero me quedó la idea de que había una figura muy importante en el barrio, que era el pintor del barrio”. Celma comenzó a pintar a los 5 años y a los 11 hizo su primera muestra en la Manzana de las Luces, en Buenos Aires, y vendió su primera obra a unas personas extranjeras. A los 16 fue invitado a exponer dibujos en Canadá y a los 18 comenzó a trabajar para una galería de Miami. Mientras tanto regresaba al país para cursar Bellas Artes, en la entonces Escuela Prilidiano Pueyrredón, adonde se graduó. Increíblemente, Ricardo dice que tiene una medalla de oro al fracaso porque aunque expone muy seguido en otros países, parece que lejos de haber sido reconocido en el nuestro, ha sido rechazado repetidamente. No ha podido mostrar sus obras, por ejemplo, en Arteba, tampoco en el Centro Cultural Recoleta, lo mismo en el Centro Cultural Rojas, algo que, admite, le ha causado un gran dolor. Pero encontró refugio en otros lados del mundo. Ha expuesto varias veces en Nueva York, también en México, en Tokio, Shanghái, París, Taipéi, Ámsterdam, Barcelona y Panamá. Sus obras integran el acervo de la realeza de Países Bajos, el museo de Washington y colecciones privadas. No se siente identificado con el arte contemporáneo, el siente que sus obras encuadran en el hiperrealista mágico, pero también dice que ninguna de sus pinturas son el fiel reflejo de la realidad, sino que suelen ser más una poética.
¿Qué dijo el Papa? "¡Qué bueno!", "¿cómo lo pintaste?". Se dio vuelta hacia un cardenal que estaba ahí y le dijo "¿viste qué bien que está, qué bien lo hizo?". “Cuando me propusieron ir al Congreso del Diálogo Interreligioso [realizado en el Vaticano en mayo pasado] y surgió la posibilidad de hablar con Francisco y de entregarle una obra, se me ocurrió un Cristo. Tuve una maraña de ideas, pero pensé en un Cristo. Ahí, si se quiere, esperé la inspiración, ese momento medio mágico. Lo imaginé volando sobre la ciudad (de Buenos Aires), como habiendo dejado aquí un legado, como el legado que dejó Francisco, ligado a su paso por el Arzobispado”. “Después empecé a pensar si iba a representar toda la ciudad o una parte. Justo esa semana la acompañé a mi hija al Ministerio de Educación (del GCBA) y vi la Villa 31 y pregunté dónde había estado trabajando Francisco cuando era Bergoglio. Me enseñaron la zona, fui, la vi, le saqué unas fotos. Dije, bueno, a Cristo lo voy a hacer en este lugar. Francisco siempre tiene esa visión con los más vulnerables y Cristo también ayuda a los que necesitan estar bien para seguir adelante. Entonces se me ocurrió que ese lugar era el lugar más simbólico donde Francisco plantó la idea de un Cristo y lo dejó ahí flotando”. “De inmediato pensé voy a hacer un Cristo neoclásico. En el barroco no hay prácticamente Cristos resucitados porque tenían una idea muy terrenal, casi no hay Cristos de manera idealizada. Como a mí me gusta la pintura del barroco porque es muy real, dije bueno, hago un mix, hago un Cristo resucitado, pero teniendo parámetros del barroco en cuanto a las carnaduras”. “Así, hice un Cristo muy real. Está casi tocando el Barrio 31. Es muy humano. Esperaba que cuando Francisco lo viera, sintiera que había reflejado lo que a él le hubiese gustado pintar. Como cuando uno escucha una canción o una poesía y dice “cómo me hubiera gustado decirlo yo, es algo que pienso y quizá no tenía las palabra para decirlo de esa manera.” Dijo Ricardo Celma en la nota realizada por Infobae. www.info-almagro.com.ar (5204) - Publicado el: Martes 11/07/23 Fuente: Infobae |