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El estrés aumenta riesgos de infarto y ACV

Estudios realizados por la Asociación Estadounidense del Corazón (American Heart Association, AHA) aportaron más evidencia sobre cómo el estrés aumenta los riesgos de infarto y ACV.

Advierten que el estrés, la ansiedad y la depresión aceleran el riesgo de infarto y ACV y dieron 8 consejos a tener en cuenta para evitar dichos riesgos.

estressSe trata de adoptar hábitos saludables: porque al cerebro le cuesta incorporarlos, y conocer las pautas que dio una neurocientífica para sortear sus trampas.

Se sabe que lo que hace bien al cerebro le hace bien al corazón y viceversa y aplica también en el sentido contrario: si el cerebro sufre, el corazón también. La depresión y la ansiedad elevan el riesgo cardiovascular.

¿En qué medida el estado mental afecta la salud cardíaca? Para Glenn Levine, presidente del comité de redacción de la declaración científica de la AHA Salud psicológica, bienestar y la conexión mente-corazón-cuerpo, existen "asociaciones claras".

Según el experto, los nuevos trabajos se suman "a un creciente conjunto de datos que tenemos sobre cómo la salud psicológica negativa puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y cerebrales".

El primer estudio examinó el mecanismo por el cual el deterioro de la salud mental afecta al corazón. Sus autores hallaron que la ansiedad y la depresión aceleran el desarrollo de nuevos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

"Si bien se sabe que la depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares (ACV), el mecanismo subyacente no se conoce completamente", explicó el autor principal del estudio, Giovanni Civieri, del Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard (ambos en Boston, Estados Unidos).

Civieri y su equipo se plantearon como objetivo identificar el mecanismo que opera detrás de ese vínculo. Para eso, estudiaron datos de adultos inscriptos en el Mass General Brigham Biobank en Boston que no registraban eventos cardiovasculares previos y que fueron seguidos durante una década.

Durante ese tiempo, casi 4 de cada 10 participantes desarrolló un nuevo factor de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, colesterol alto o diabetes tipo 2.

Uno de los hallazgos más importantes fue que quienes tenían diagnóstico de ansiedad o depresión desarrollaron ese nuevo factor de riesgo en promedio seis meses antes que los que no padecían esos trastornos. Pero no solo observaron un "adelanto" en la aparición de esos factores, sino un riesgo más alto: la depresión y la ansiedad aumentaron un 35% el riesgo de sufrir un evento cardiovascular importante.

Los investigadores estimaron que alrededor del 40% del vínculo entre la depresión y/o la ansiedad y los eventos cardíacos y cerebrovasculares se explica por el desarrollo acelerado de factores de riesgo.

Cuando la salud mental se ve afectada, las personas manejan peor los factores de riesgo cardiovascular, afirmó el cardiólogo Mario Boskis, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), que no participó del estudio: "La gente fuma más, controla menos la presión, hace menos actividad física, se alimenta mal".

"Todo este cóctel explosivo es capaz de desencadenar un accidente de placa, o sea una obstrucción aguda en una arteria coronaria que lleva a un ataque cardíaco", apuntó Boskis, en coincidencia con los autores del trabajo.

Los investigadores hallaron que las personas con una mayor predisposición genética al estrés desarrollaron el primer factor de riesgo cardiovascular a una edad más temprana: en promedio, un año y medio antes antes que quienes no tenían marcadores genéticos.

"Desarrollar factores de riesgo cardiovascular más de seis meses antes, en un promedio de cinco años, es mucho", dijo Civieri. "El hecho de que el análisis genético respaldara los hallazgos clínicos proporcionó mayor confianza en nuestros resultados".

Según los investigadores, la depresión y la ansiedad podrían inducir cambios cerebrales que desencadenan efectos posteriores en el cuerpo, como un aumento de la inflamación. Y consideran que los hallazgos enfatizan la importancia de detectar factores de riesgo cardiovascular en las personas que sufren esos trastornos de salud mental.

"Los profesionales de la salud deben ser conscientes de que el deterioro de la salud psicológica no solo afecta el estado mental del paciente, sino que también puede afectar su salud física y el riesgo de enfermedad cardíaca", subrayó Levine, docente y jefe de la sección de cardiología del Centro Médico VA Michael E. DeBakey, en Houston.

En tanto, Civieri alentó a las personas con depresión o ansiedad a someterse a exámenes más frecuentes de sus factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, colesterol alto y diabetes tipo 2 y destacó que, aunque no se haya investigado en este estudio, "es razonable suponer" que tratar los problemas de salud mental "puede reducir el desarrollo acelerado de factores de riesgo cardiovascular".

Pero no solo la ansiedad y la depresión atentan contra la salud cardiovascular. En un segundo estudio (no vinculado con el anterior), investigadores del Dallas Heart Study exploraron los efectos del estrés acumulativo (financiero, psicosocial, o por otras causas) en la salud del corazón y el cerebro.

Tras analizar las respuestas sobre el estrés percibido de los casi 2700 participantes, concluyeron que el estrés continuo aumenta el riesgo cardiovascular por dos vías diferentes: en primer lugar, ejerce una influencia directa en el bienestar físico y, por otra parte, incrementa la adherencia a malos hábitos que conducen al empeoramiento de la salud cardiovascular.

Investigaciones anteriores habían demostrado que el estrés crónico puede provocar niveles elevados de hormonas del estrés como el cortisol lo que, a su vez, puede afectar los niveles de azúcar en la sangre, la inflamación y otras reacciones biológicas en cadena que afectan al corazón, explicó el autor principal del trabajo, Ijeoma Eleazu, del servicio de cardiología del Centro Médico Southwestern, de la Universidad de Texas, en Dallas.

Daniel López Rosetti, jefe de servicio del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital de San Isidro, enfatizaba que, si bien mente y cuerpo son indisociables, a nivel físico los efectos del estrés se manifiestan con aumento de la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la elevación de sustancias proinflamatorias.

Rosetti ha dicho: "el estrés crónico produce un cuadro de inflamación de bajo grado que, sostenido en el tiempo, condiciona enfermedades cardiovasculares como infarto agudo de miocardio, arritmia cardíaca, insuficiencia cardíaca para los predispuestos, angina de pecho, ACV".

"Existe una conexión mente-corazón. Cuidar tu mente también puede afectar tu salud física", señaló en ese sentido Eleazu. "Sería fantástico ver a más pacientes hablar con sus médicos sobre sus niveles de estrés y a más médicos detectar una alta carga de estrés en sus pacientes. De esa manera, podemos trabajar juntos para combatir los malos resultados".

La AHA las resume en ocho, a las que bautizó como "8 reglas de la vida" (Life's Essential 8), que se dividen en cuatro comportamientos (que se deberían adoptar) y cuatro factores de salud (que se deberían controlar).

Los ocho componentes esenciales para cuidar la salud del corazón y el cerebro son:

Dieta. Los consejos son: apuntá a un patrón general de alimentación saludable que incluya alimentos integrales, muchas frutas y verduras, proteínas animales magras (aves sin piel, pescado y mariscos), frutos secos, lácteos bajos en grasa, semillas y cocinar con aceites no tropicales como el de oliva y canola. Limitá las bebidas azucaradas, el alcohol (si no tomás, no empieces), el sodio, las carnes rojas y procesadas.

Dietas recomendadas por la AHA que cumplen con esas recomendaciones son la DASH y la dieta mediterránea.

. Actividad física. Los adultos deben realizar 2 horas y media de actividad física moderada o 75 minutos de actividad física vigorosa a la semana. Los niños, 60 minutos todos los días, incluidos juegos y actividades estructuradas.

No fumar. En el plazo de un año después de dejar de fumar, el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca se reduce a la mitad. El tabaquismo es la principal causa de muerte evitable y está relacionada con un tercio de todas las muertes por enfermedades del corazón y al 90% de los cánceres de pulmón.

Duración del sueño. La mayoría de los adultos necesitan de 7 a 9 horas de sueño cada noche. Los niños necesitan más: de 10 a 16 horas para niños de 5 años o menos (incluidas las siestas); 9 a 12 horas entre los 6 y los 12 años; y de 8 a 10 horas para las edades de 13 a 18 años.

Mantener un peso saludable. El IMC de 18,5 a 24,9 se asocia con los niveles más altos de salud cardiovascular.

Medir y controlar los niveles de colesterol. Para mantener los niveles de colesterol bajo control aconsejan cumplir con las pautas de alimentación saludable, hacer actividad física, no fumar y tomar medicación en caso de que el médico la prescriba.

Monitorear los niveles de azúcar en sangre. Con el tiempo, los niveles altos de azúcar en la sangre pueden dañar el corazón, los riñones, los ojos y los nervios.

Controlar la presión arterial. En Argentina, se considera hipertensión a partir de 140/90 mmHg o 14/9.


www.info-almagro.com.ar (9364) - Publicado el: Miércoles 17/04/24 - Foto SRTArgentina