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Conectémonos, apaguemos el celular
Hace unos cuantos años una campaña que se popularizó rápidamente, yo diría, a nivel global, proponía de una manera bastante simpática desconectarse para conectar. De hecho, no fueron pocos los cafés y bares porteños que se hicieron eco del mismo leiv motiv que rezaba: "Aquí no hay wifi, hablen entre ustedes".
Es común sentarse a tomar un café o un plato de comida y observar que en las mesas que nos rodean hay parejas o amigos que ni se hablan, cada cual con su teléfono y ensimismados en escribir y recibir mensajes todo el tiempo. ¿Para qué se juntan? Si cada uno está en su mundo.
En Ámsterdam y Queensland, por ejemplo, se instalaron zonas enteras "sin wifi" donde se bloqueaba la señal inalámbrica con el único propósito de que los transeúntes lograran desenchufarse por un rato del mundo virtual y disfrutaran del espacio público o de la naturaleza. Un tradicional pub de Gales del Norte llamado The Royal Oak prohíbe a sus clientes el uso del teléfono. Una de las fiestas electrónicas más emblemáticas de Berlín (Berghain) fue pionera en inventar un particular código de ingreso: los asistentes debían tapar la cámara de sus celulares para entregarse a disfrutar del momento.
Esa iniciativa fue una de las tantas que se promovieron en distintas ciudades del mundo, mientras la conectividad se masificaba y el uso intensivo de redes sociales le ganaba terreno a otro tipo de intercambios.
Más recientemente, el medio inglés The Guardian lanzó su newsletter Reclaim your brain [Recuperá tu cerebro], una suerte de guía para salir de la pantalla que superó las 139 mil suscripciones en solo una semana y se convirtió en uno de sus mayores éxitos editoriales. El dato es ilustrativo, pero da cuenta de una necesidad, cada vez más apremiante, de salirnos de una rutina que puede resultar asfixiante y no sabemos cómo mantener bajo control.
¿Son medidas exageradas? ¿Tanta ayuda necesitamos para desactivar -literalmente- un botón?
www.info-almagro.com.ar (1966) - Publicado el: Lunes 15/07/24 Fuente: Clarín