La historia sin fin

Llega el verano y con los primeros calores ya comenzaron los problemas de abastecimiento de energía eléctrica. Recién han transcurrido los primeros días de diciembre y ya ha habido gran cantidad de cortes de suministro, con las consecuencias que ello implica: pérdida de alimentos al cortarse la cadena de frío; problemas de iluminación; accidentes de tránsito; no funcionan los ascensores, cosa que afecta en mayor medida a las personas de edad avanzada o con problemas de salud; falta de agua en los edificios; desperfectos en aparatos electrodomésticos, y mil inconvenientes más.

Los ejecutivos de las compañías lo reconocen: por la falta de inversión de los últimos cuatro años y el sostenido crecimiento de la demanda, el sistema de distribución eléctrica no está hoy preparado para soportar más de cuatro o cinco días seguidos con una temperatura superior a 33º C, circunstancia que es habitual durante los veranos.

Al no haber inversiones suficientes para el recambio de cables y transformadores, el sistema se ha deteriorado, aunque es uno de los más modernos del mundo. La inversión cayó hoy a un tercio del nivel que tenía en los 90, mientras que el consumo subió a casi el doble.

Con este panorama las empresas han puesto en marcha planes de emergencia. Edenor ha incorporado a unos 600 nuevos técnicos electricistas y Edesur dice que duplicará el personal de reparaciones en el verano.

Según dicen los entendidos, el mayor problema es la gran cantidad de equipos de aire acondicionado que se han vendido este año, se estima que ronda el millón y medio de unidades, lo que incrementa en gran medida el consumo, con el agravante que generalmente están encendidos todos al mismo tiempo, lo que provoca el colapso del sistema.

Fuentes del gobierno dicen: "Lo que pasa es que las tarifas están baratas y se vendieron muchos equipos de aire acondicionado. Entonces, la gente deja prendido el aire las 24 horas, porque casi no tiene costo. Si fuera más cara la tarifa, quizá lo prenderían sólo lo necesario."

Uno de los modos de ahorrar que se ha empleado más de una vez en la Argentina es el cambio de horario durante el verano. Adelantando el reloj, razonan los técnicos, se aprovecha la luz natural hasta las 22 y, así, se restringe el consumo artificial en las casas de familia. Esa es la idea que tiene, el secretario de Energía, Daniel Cameron, pero se ha encontrado, tanto éste como el año pasado, con la negativa de su superior directo: Julio De Vido, que conduce el Ministerio de Planificación.

El Gobierno aduce razones operativas para este rechazo: no sería beneficioso en las provincias que están ubicadas en el extremo oeste del país, como Mendoza y San Juan, porque los empleados administrativos o los escolares concurrirían a sus lugares de tareas de noche.

Además, dicen en el Gobierno, cambiar el horario sería involucrarse en la autonomía de cada provincia. El sector sospecha otra cosa. "No lo hacen porque creen que, si toman esa decisión, están reconociendo la crisis", dijo a un ejecutivo en una entrevista al diario La Nación.

La medida fue tomada este año por Uruguay y Chile, si los imitáramos, la Argentina podría ahorrar energía. En lugar de decirle a la gente que consuma menos, lo mejor sería alargar el día. Considero que es algo lógico, si a las 5 de la madrugada ya es de día ¿cuánta gente consume en el horario de 5 a 8 de la mañana?, muy pocos, en cambio de 19 a 22 el consumo está a pleno, por poner un ejemplo: si se alargaran los días el comercio no debería iluminar las vidrieras, ni en las viviendas encenderían las luces tan temprano, esa ya es una manera de ahorrar energía.